2/28/2009

PABLO SALVA TOLEDO DE LAS MANOS DE FRANCESES

El día era demasiado agobiente. En el aire flotaba una sensación de pérdida, de eterno silencio. Antano las calles llenas de la gente, altisonos comerciantes y ninos ahora son vacíos. Sin nadie, sin alma viva. Los ejércitos francéses de Napoléon se apoderó de una ciudad espanola - Toledo. Todos edificios estaban aborrotados de guerreros. No había nadie excepto un grupo de soldados mandando por un jovén capitán. -No hay lugar donde podemos descansar. La gente está agotada. No podemos ir más, sir. - un hombre con cara sucia y ojeras debajo de ojos verdes dijó a su seńor. Otro soldado dijó con la esperanza en su voz que la gente puedan dormir en la iglesia vieja. Todos se fueron allí. Verdaderamente el edificio - asemejando a los otros que estaban al lado - era intacto. Silencio dentro del templo pronto se terminó con abiertemente de la puerta de tercera edad. Los soldados pasaron el umbral antiguo, cada uno de ellos se encontró un lugar para dormir. Solo el capitán se sentió donde estaba. Todos se durmieron. Agravado en el sueno, joven capitán oyó el sonido de algunas campanas desconocidas y súbitamente se despertó - eran de la catedral. Él era muy sorprendido y desatalentado. Decidió penetrar un poco la iglesia. La noche era calor. En la iglesia había mucho polvo. Andando por los andénes el capitán lo sentia con cada aliento. Su pasos emitían el eco en el templo...
Pablo era cansado. Desde dos días estaba pensando. La empresa se encargó de nueva tarea. Cuando Pablo era joven estaba con su padre en Toledo. Le gustaba mucho la ciudad. Los pasos angostos le impresionaron mucho. Ahora, trabajando como un salvador de la historia, tenía que leer mucho sobre ella. Se encontró un libro muy interesante. Contenía muchos veedores y detallitos.
Pablo leía sobre un grupo de soltados francéses, sobre un capitán, sobre los planes de Napoléon. Ya sabía que tiene que salvar una de sus ciudades favoritas. Su madre le ha dicho, que hay una perturbación en la linea del tiempo, en el siglo XIX, algo alrededor del ańo 1808. Algo iba a pasar no como debería, y él tenía que viajar ahllí para repararlo.
-Papá, lo cambiaré. Toledo es la ciudad espańola y punto. Venga, estoy listo. Sé que hacer.
-Muy bien mi hijo. Veo que ya sabes que pasa en nuestra empresa.
El capitán paró. Retuvo su respiración. -Quién está ahí? Quién eres?! A sus ojos presentó el bulto de una mujer. Traje blanco. Rostro bonito. El cuerpo ideal. Él nunca había visto una mujer tan bonita. Se enamoró de ella. El quería acercarse, pero en un minuto nubes cubrieron la luna y ella desapareció. El quería ir allí, pero algien de sus soldados le llamó. Cuando miró la última vez al lugar donde ella estaba, no vió nada. Consideró que eso tenía que ser sólo su imaginación - al final estaba muy cansado. Manańa siguiente el capitán preguntó cómo fue la noche. Todos respondieron que habían dormido muy bien. El empezó a contarles sobre su noche, sobre aquella mujer. Los soltados pusieron a reír. Resultó que era la estatua de Elvira de Castaneda. -Cómo una persona puede enamorarse de una estatua?! - las preguntas ironicas le atacaron de cada lado. -Queremos conocerla! Podemos ir a la noche siguiente con tú? Vamos a hacer una fiesta pequena! Pues tomaron el champagne, otros llevaron vino. Llegaron a la sala donde el capitán había visto la dama. Era muy bella en realidad. La acompańaba un hombre. Un de los soltados preguntó: -Quién es? - Probablamente su marido. Un famoso guerrero. Por la noche todos eran un poco borrachos. El capitán tambien mantenía una copa de vino.
Pablo viajó en tiempo. Quería salvar Toledo. Apareció en la armadura de marido de Dońa Elvira - todavía no sabía cómo usar la maquina que le había dado su padre. No sabía que pasaba. El capitán quería besar los labios de la dama - era entonado. Un soltado le dijó que no lo hiciera, pero él estaba demasiado enamorado en ella y no pensaba de sus hechos. Además arrojó la copa de vino al guerrero - al Pablo en su armadura que por poco se cayera. Perdió el equilibrio golpeandole con su guante tan duro que el capitán se cayó sangrando al suelo. Pablo vió que había hecho y era muy contento, porque hizo lo que tenía en planes. Los soldados huyeron inmediatamente y nadie pensaba en analizar que había pasado. Nuestro viajero volvió a su edad rápidamente. Se cayó al suelo pero ya en su habitación.
Primera cosa que hizo era ir a su madre y mirar a la pantalla. Todo estaba bien.